Promesas vicarias. La industria cultural, una vez más
Abstract
En la actualidad, la expresión “industria cultural” ha perdido los vestigios tanto del contenido dialéctico como de la fuerza subversiva contenida en su acuñación originaria por Adorno y Horkheimer. En los estudios sobre comunicación social suele ser recurrente una doble neutralización de su contenido: al mismo tiempo que se la suele describir como un modo de fabricación de productos culturales junto a otros términos familiares (industria del entretenimiento, industria del turismo, industria del arte, etc.), se la considera, según profesa la muletilla, una herencia agotada del pesimismo o del elitismo cultural de los frankfurtianos. Así, la operación crítica de Adorno y Horkheimer de unir dos conceptos, que históricamente se han escindido y que producen una fuerte tensión cuando se los imbrica de nuevo, se desvanece. Ninguna resonancia queda de ese mecanismo perfeccionador de las operaciones ideológicas de represión de los impulsos sexuales que ya se practicaban en la moral convencional. Otro tanto sucede cuando al concepto se le opone de modo abstracto el de arte autónomo. Allí se pierde la enmarañada figura dialéctica que forman ambos, según decía Adorno a Benjamin en una carta, en tanto “mitades desgajadas de la libertad entera”.