Abstract
Los filósofos, de modo general y muy natural, apelan a intuiciones para construir y sostener sus teorías epistémicas. Esta práctica argumentativa ha comenzado a ser objeto de reflexión crítica, incrementándose la conciencia de que no puede ejercitarse con tan confiada naturalidad. Esbozaremos algunas alternativas legitimadoras de la utilización de las intuiciones y advertiremos sobre algunos problemas que se suscitan al acudir a ellas en la argumentación. Finalmente, sugerimos una posición intermedia entre la defensa fuerte de las intuiciones y su denostación.