Por un cuerpo del tacto: mirar, tocar, hender el poema Una puesta en diálogo de lecturas a Jean-Luc Nancy y José Watanabe
Abstract
¿Cómo pensar el cuerpo sin someterlo al régimen del sentido, sin significarlo o hacerlo significar? ¿Cómo hacerle justicia si es evidente que, aquí y ahora, éste es mi cuerpo (Hoc est enim corpus meum)? Jean-Luc Nancy propone llevar la escritura lo más lejos posible, para tocar el cuerpo en el límite del sentido, donde éste se interrumpe. El cuerpo constituye una apertura, es lo abierto de la clausura y lo infinito de lo finito. Entonces se hace necesario abrir una pequeña hendidura en la corteza, tocando su cierre. Y, como indica Nancy: “Puede ser que sólo haya abertura gracias a un tacto o a un toque”.
Derrida recupera la clasificación de cinco sentidos y su división en dos categorías: “los sentidos objetivos (tactus, visus, auditus) y los subjetivos (gustus, olfatus)” . Los primeros aportan significativamente al conocimiento, y entre ellos predomina el tacto. Éste es el más importante en la medida en que es el “único sentido de la percepción exterior inmediata” . El tacto funda así los dos sentidos objetivos restantes, la vista y el oído, los cuales deben ser referidos originalmente al tacto para poder “'constituir un conocimiento por la experiencia'” . Nancy conserva la idea de preeminencia del tacto, pero reformula su justificación afirmando que “sería mejor hablar del toque, o destacar el valor verbal de la palabra, como cuando se dice 'el sentir' […]. El tacto forma cuerpo con el sentir o hace de este -de su pluralidad- un cuerpo; no es más que el corpus de los sentidos”