Narrativa heredada
Abstract
Recordar es traer al presente la imagen muerta de un pasado que ya no existe, devolverle la vida quienes ya no la tienen; en ese acto hay algo de resurrección y renacimiento. Por esa razón, los sentimientos que lo acompañan son la melancolía, la añoranza, la tristeza, la alegría, junto con la percepción de lo transitorio de la realidad. Significa dejar que el presente sea atravesado por el pasado, por sus insinuaciones, sus sugerencias, sus preguntas, sus retos.
Cuando recordamos, estamos interpretando; esa acción supone ya una contaminación de lo vivido. La memoria interpreta e imagina las cosas, puesto que del pasado no hay nada sino su interpretación. Precisamente por ello nos aleja de lo objetivo y nos sitúa en el terreno de lo propio, lo construido, lo personal y subjetivo.
Y por esto es que lo que recordamos no siempre es exactamente lo que sucedió.
Ahora bien, el olvido puede considerarse como la contrapartida, como el anverso y reverso de un mismo proceso. Así como el recuerdo tiene algo de resurrección, el olvido lo tiene de muerte. La memoria escoge la información que el presente necesita y en esa gestión puede recurrir al olvido, como algo necesario; todo escoger es rechazar y recordar es incorporar un olvido en alguna de las partes recordadas.
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