Abstract
No es fácil saber a ciencia cierta cuán efectiva es nuestra acción pedagógica, qué efectos produce en el otro, es decir, en qué medida algo se aprehende, alguien aprende. Ya Freud insistió en las profesiones imposibles: gobernar, educar… No tenemos certeza acerca de lo que ocurre en nuestras aulas. Aun cuando haya instrumentos que ayudan a vislumbrar los resultados obtenidos y que permiten, por así decirlo, evaluar al estudiante y al profesor, siempre habrá algo que se escurre: tanto los logros como los fracasos.