Montaje y exposición: consideraciones literarias del tocar
Abstract
De la singularidad la única evidencia es el cuerpo: Hoc est enim corpus meum. Cada cuerpo se reafirma como lugar de existencia. Sin ningún a priori y siempre ya dado, construido y siempre por hacerse, el cuerpo es espacio abierto y manifiesto, lugar de autocreación. Mi cuerpo existe en el límite del discurso y la materia, es un umbral denso que soporta el peso de su propio estar ahí. La potencia de los cuerpos reside en su poder de apropiación, el espacio físico que ocupan es insignificante en relación a las posibilidades de experimentación y de crecimiento desmedido de sus fuerzas singulares. Los cuerpos son fuerzas cubiertas de piel. Cada uno es extensión, territorio de intensidades, de luchas y resistencias, espacios de continua elección. El mundo de los cuerpos se desafía a sí mismo generando territorialidades a partir de la repartición geográfica y opera forzando a cada uno de ellos a la definición constante de su ser singular. Las elecciones se hacen cuerpo pero él mismo nos permanece ignorado: Un cuerpo siempre es objetado desde fuera los otros son primeramente y siempre cuerpos. Yo siempre ignoraré mi cuerpo, me ignoraré siempre como cuerpo. A los otros, por el contrario, los conoceré siempre en tanto que cuerpos. Los cuerpos, lugares de acontecimiento de la existencia.