Abstract
La pandemia por COVID-19 (Coronavirus Infectious Disease, por sus siglas en inglés) generó un escenario alarmante debido a la falta de antivirales efectivos. Esto condujo a la aplicación de terapias farmacológicas con el fin de contrarrestar los síntomas de una enfermedad, cuya fisiopatogenia se iba conociendo a medida que avanzaba como una epidemia mundial. Simultáneamente, se inició la búsqueda de nuevos antivirales, comenzando con el uso de fármacos conocidos, bajo la forma “off label” y de reposicionamiento terapéutico. Es decir, medicamentos autorizados para otras indicaciones terapéuticas, como antibióticos, antiparasitarios, anticancerígenos; inclusive se recurrió a fármacos en vía de investigación (muchos de origen biotecnológico). En este contexto, se han llevado a cabo un sin número de ensayos clínicos, algunos de ellos controlados (ECC), con estos fármacos para evaluar su eficacia y seguridad en el tratamiento de COVID-19.