Abstract
En la vida, como en el arte, no es desdeñable la intervención del azar. Empiezo por
aquí, por un tópico más bien lateral, y no por el principio o por el medio o por el fin, porque
no sé bien cuales sean, si los hay, el principio, el medio o el fin. En una esfera infinita, dice
una antigua metáfora admirada por Jorge Luis Borges, el centro está en todas partes y la
superficie en ninguna, frase que yo prefiero pronunciar al revés en relación con el arte y con
la vida: en una esfera infinita la superficie está en todas partes y el centro en ninguna. Pero
no sólo esta ignorancia motiva mi manera de comenzar, hay también un propósito retórico, a
saber: desalentar de antemano las eventuales ilusiones que puedan forjarse alrededor de un
presunto control o dominio de todos y cada uno de los pasos del arte o de la vida.