Introducción.
En una conferencia
leída en el mes de Agosto de 1943, en el salón de actos del Colegio nacional de
Santiago del Estero, publicada en
la
"Civilización Chaco-Santiagueña". La primera denominación está
formada por los nombres de dos pueblos que habitaban una determinada región, y
muchos de los autores que la han estudiado, han tratado de
"discriminar" y
han señalado
algunos de los aportes que han permitido llegar a este producto, pero sin
terminar el análisis. La aritmética nos enseña que cada producto se compone de
dos o más factores. Corresponde al estudio de la documentación arqueológica,
buscar y establecer estos factores y fijar, en lo que sea posible, el grado de
influencia que cada uno ha tenido. Cada uno de ellos, así determinado, debe
corresponder a la cultura de cierto pueblo lo que nos permitirá colocar jalones
en el derrotero de las migraciones de todos los tiempos, y hasta cierto punto
podría ser posible, establecer su cronología, para llegar, finalmente,
a conocer las diversas corrientes sanguíneas que han contribuido a formar la
actual población de
Respecto a
tipos de alfarería
bien definidos, su probable procedencia y los pueblos a cuya cultura
corresponden. La comisión Directiva se ha decidido por el II. Capítulo, -
Relaciones arqueológicas e históricas de Santiago del Estero con los pobladores
de la cuenca del Paraná y Rio de la plata, que, como primicia, leeremos ante
nuestro distinguido auditorio, donde podrán observar como ambos documentos se
completan y se conforman.
Ojo de Agua,
Septiembre 11 ce 1945.
Un segundo tipo,
bien definido dentro del conjunto, constituyen las llamadas urnas con apéndices
cónicos. Todas estas urnas son de fabricación tosca y la mayoría de forma
ovoidal. Sin embargo, algunas tienen forma sub globular y hasta globular, común
en las urnas de Santiago del Estero. En las de forma ovoidal, el cuello forma
parte del mismo cuerpo, mientras en las otras éste ha sido fabricado a parte,
es recto y con el borde doblado
para afuera. Poseemos una sóla pieza que
no conserva la regla general,
pasta inferior y fabricación
tosca, procedente del cementerio
de Bajadita Norte. En
este caso, la pasta es más fina
e idéntica a otras urnas de
diferente tipo del mismo paradero. Sin embargo, en este cementerio han
aparecido también un buen número de urnas con apéndices cónicos que conservan
todas las características de las de otras partes, además un sinnúmero de
fragmentos con los cuales logramos reconstituir algunas urnas completas, y
otras parcialmente, pero lo
suficiente para, apreciar la pasta, la fabricación y la forma. Las pareces de
la urna mencionada no tienen más que seis milímetros de espesor, además está
pintada del lado interior con negro humo, particularidad de todas las urnas de
este yacimiento. Generalmente, las urnas de apéndices cónicos están pintadas
con negro de humo del lado exterior, aunque hay algunas que presentan esa
pintura en ambas caras.
Una particularidad de este tipo de urnas es la poca
preocupación en la selección de la materia prima, y aunque existe mejor
material en la zona, siempre se ha tratado de reducir la plasticidad de la
arcilla, agregando arena. Por consiguiente, las fracturas son siempre
irregulares, y se observa en ellas la presencia de piedritas hasta de un
milímetro de diámetro que se pueden separar con toda facilidad. La manifiesta
inferioridad de la pasta ha sido seguramente el motivo que obligó a los
alfareros a aumentar el espesor de las paredes que varía entre ocho y quince
milímetros, conforme al tamaño de las vasijas. Otro razgo típico de estas urnas
es la perfecta cocción; entre tantos fragmentos de urnas de esta clase que
hemos examinado, no hemos encontrado ninguno que tuviese diferente color en la
sección lo que, por otra parte, aparece muy amenudo en el corte transversal de
alfarería mucho más fina. A pesar de la buena cocción, el material no ha
adquirido la dureza y homogeneidad que destacan precisamente la mayoría de la
cerámica santiagueña, sin duda, debido a la mala calidad de la pasta.
Las urnas de
apéndices cónicos poseen, por regla, un amplio fondo plano, a veces liso, como
si hubiera estado asentado sobre una tabla, otra
veces con estrías,
indicadores del uso de una estera o algo parecido, pero también tosco, como si
se hubiera iniciado la obra colocando el fondo simplemente en la tierra. En una
de estas urnas, procedente del yacimiento de Quiroga, se observa un detalle
particular que no conocemos en ninguna otra pieza. El fondo de esta urna, de
primer intento, había sido construido de forma roma, sin aplastamiento alguno;
luego, viendo la necesidad de darle estabilidad, han formado un fondo plano
mediante la colocación de un anil de pasta que constituye la circunferencia y
luego, aprovechando el mismo material, fué unido en la parte inferior con el
cuerpo hasta desaparecer la punta roma. En este estado se la sometió a la
cocción. El fondo así preparado tiene un diámetro reducido que no guarda la
proporción general entre éste y el tamaño de la urna, que es además, la única
pieza de este tipo que conocemos.
Una característica
común a tocas estas urnas, es la falta de asas porque, a nuestro juicio, los
apéndices cónicos no pueden considerarse como tales, en lo que coincidimos con
Ambrosetti y los hermanos Wagner. Estos péndices son de forma muy variada: unas
veces son simplemente cónicos, otras veces terminan en cabezas zoomorfas, y en
una urna que hemos visto en el Museo Arqueológico de la provincia, forma el
extremo una especie de disco con una pequeña elevación en el centro (pico de
ave?). Los dos apéndices de la misma pieza rara vez son iguales; generalmente
no coinciden ni en el tamaño, ni en la forma, como tampoco en la posición.
Como ya se
mencionó anteriormente, la superficie exterior ce estas urnas está pintado en
negro humo; donde esta pintura ha desaparecido o no ha existido, el material
cocido presenta un color rojo pálido, que no se encuentra en la otra alfarería
que con mayor abundancia ha aparecido en el mismo lugar.
Los hermanos
Wagner han sido los primeros que han señalado la aparición de urnas con las
características indicadas, las que procedían de la región del río Salado. (
del Estero, 1945);
en el último apartado de este trabajo nos referimos a las urnas con apéndices
cónicos y señalamos, que por diversas razones podrían ser consideradas como del mismo origen de la alfarería
gruesa. Para ambas formas se puede establecer igual zona de dispersión e
idéntica escala de evolución. En el Este
(Chaco Santiagueño y río Salado) se nota una gran similitud con las piezas del Paraná en lo que se refiere
a la preparación de la pasta, y esa particularidad afecta a la mayoría de
aquellas; más al Oeste, en Ia zona estudiada por nosotros, la analogía del
material disminuye en esa dirección hasta desaparecer completamente en cuanto a
la llamada alfarería gruesa, pero se conserva aun en las urnas con apéndices
cónicos. Debe exceptuarse de lo dicho la pieza figura 2 del trabajo citado que,
aunque proceda de uno de los puntos más occidentales de la zona estudiada,
conserva la manera primitiva de la preparación del material, pero en el
yacimiento de Acosta es el único representante de esta clase de alfarería,
porque allí no se ha encontrado ni fragmentos de otras piezas de este tipo; por
lo tanto, debe considerársela importada, quizás por recién inmigrados. Las
urnas no cambian la manera original de preparar la pasta, con muy raras
excepciones, pero en ellas se ha asimilado la forma que sus productores
encontraron entre los pobladores de las regiones que cruzaron, o donde se
establecieron por un tiempo más o menos largo. La evolución en la decoración,
aunque rara vez existe, es todavía más significativa. En el Este de la
provincia, en la zona más cercana al río Paraná, aparecen todavía los agujeros
laterales y cuspidales, los apéndices zoomorfos y ornitomorfos de la alfarería
gruesa del Litoral; pero ninguna de las características señaladas se encuentra
en la alfarería gruesa de la zona estudiada, donde han desaparecido los
apéndices con representaciones del reino animal, transformándose en simples
asas agujereadas (figs. 1 y 3, op. cit.), como también los agujeros han sido
suprimidos. La alfarería gruesa adquiere paulatinamente la forma de una campana
a la que es aun mucho más difícil de asignar un empleo práctico como en el
Litoral, donde podría considerarse de un significado totémico o ceremonioso,
como dice Serrano en su publicación, Area de dispersión de las llamadas
alfarerías gruesas del Territorio Argentino, pag. 181, opinión que comparten
los hermanos Wagner (op, cit.) en lo que se refiere a este tipo, procedente del
río Salado.
La decoración
incisa de esta alfarería, consistente algunas veces en lineas continuas
formando figuras geométricas, y otras veces en lineas aisladas formando
estrías, abre nuevas perspectivas al intentar establecer sus afinidades. La
ejecución del grabado difiere, a simple vista, de la alfarería incisa de Soria
y de
se orientaba hacia
el Oeste, mientras ésta nos dirige netamente hacia el Este.
En el capítulo II.
de la parte I. de este trabajo habíamos estudiado las diferentes técnicas de la
decoración incisa, abonando nuestras afirmaciones con los gráficos
correspondientes.La que siempre es geométrica lo que nos ha inducido a
establecer subdivisiones a base de los instrumentos que, evidentemente, habían
servido para su ejecución. En parte, se ha empleado una herramienta muy
puntiaguda, probablemente una espina de una de tantas plantas espinosas que
existen en la región; con aquella se ha trazado lineas cortas, más o menos
paralelas, unidas en haces de diferente número de trazos (fragmentos de urnas
procedentes de Beltrán); igual técnica se ha usado en la decoración incisa de
los pucos de Soria y de
El mismo autor, en
colaboración con el arquitecto Geranio, publicó una hermosa pieza entera del
río Negro, procedente de un lugar a sesenta Kilómetros aguas arriba de la
desembocadura del citado río en el río Uruguay, que ostenta la misma técnica de
decoración. Las piezas, antes mencionadas, procedían de la misma desembocadura
del citado río, de un lugar llamado "
Los puntos
señalados fijan provisoriamente los límites del área de dispersión de esta
técnica. De los datos históricos se desprende que el Uruguay, en los primeros
tiempos de la conquista, ha estado poblado por los Charrúas; en la costa del
Paraná, entre otras parcialidades, podemos mencionar a los Querandíes, a los
Chaná-Timbues, a los Chaná-Mbeguas, a lo, Mocoretá, a los Quiloazas y a otras.
Las tribus nombradas, consideradas a base de sus modalidades, pertenecen al
grupo étnico "Guaycurú", según la clasificación de Roberto R.
Schuller. Consideradas antropológicamente, se-gún Eickstedt e Imbelloni, forman
parte de la raza "pámpida", denominación que les ha dado el primero.
Esta raza y los representantes de ella, el grupo
Guaycurú,
se ha introducido como una cuña, a lo largo del Paraná y del paraguay, entre la
raza "ándida" y la "brasílida".
La coincicente
preparación de la pasta de la alfarería gruesa y de las urnas con apéndices
cónicos, señala evidentemente un parentesco, y eso con más razón, ya que
difiere en absoluto del material del
resto de la alfarería santiagueña. Consideramos que se puede admitir un origen
común.
En la alfarería
gruesa se ha producido en mayor escala una aculturación de técnicas y elementos
decorativos locales, mientras en las urnas, usadas como funerarias, se observa
una forma ovoidal, extraña al ambiente, que
bien puede
representar el tipo original, mientras las demás piezas de esta clase adoptaron
la forma subglobular o globular de las urnas santiagueñas. Con excepción del puco-tapa, de una estas
urnas (figs. 56 y 56 bis del Cuadro Sinóptico de Formas, que corresponde a la
urna figura 55), no hemos encontrado ninguna pieza chica o de uso doméstico de
la que podríamos decir, con absoluta certeza, que pertenezca a este tipo de
alfarería; en el yacimiento de Beltrán hallamos un puco (fig. 103 del C.S.F.)
que, quizás, tenga el mismo origen. El hecho de que urnas funerarias y piezas
especiales de un determinado tipo aparecen aislados en ciertos lugares, no es
un caso único, porque sucede igualmente en otras partes, como veremos en el
capítulo siguiente.
El área de
dispersión de las alfarerías gruesas coincide en Santiago del Estero con él de
las urnas con apéndices cónicos, quiere decir, que se extiende, por lo que
sabemos hasta ahora, desde el Chaco hasta el río Dulce, en el Este y en el
Centro de la provincia, para seguir el curso del citado río hasta el yacimiento
de Quiroga. No se conoce si sucede lo mismo en el Salado lo que, por otra
parte, sería difícil establecer, dada la inestabilidad del cauce de este río
cuyo lecho movible abarca en su curso
medio una franja
de treinta a cincuenta Kilómetros de ancho, por lo que destruye en sus
mutaciones los rastros de poblaciones antiguas que podrían haber existido en
esa zona. Sea como sea, por el Dulce o por el Salado, es innegable que los
productores de estas urnas con apéndices cónicos han llegado hasta las
estribaciones orientales de la cordillera, porque vuelven a aparecer en la zona
andina, cerca del valle calchaquí.
Esta afirmación
está documentada con las piezas que existen en el Museo Etnográfico de
ras 63, página 65;
94, página 93 y 99, página 95, las que aumentan el número de estas piezas
características.
Comparando además
las "asas falsas y adornos quebrados" de urnas funerarias que
Ambrosetti publica en la página 125, figuras 7-13, con las reproducidas por los
hermanos Wagner en el I Tomo de
En el primer
momento, el área de dispersión de las urnas con apéndices cónicos parecía
circunscribirse a la provincia de Santiago del Estero, con un escalón en pampa
Grande, provincia de Salta, en el Noroeste Argentino. En el año 1940, el
profesor Dr. Max Schmidt, actual titular de la cátedra de Etnología y
Arqueología de
■ El profesor Max
Schmidt publicó su trabajo en
El señor Carlos A.
De Freitas publicó el resultado de las excavaciones efectuadas en
Estas urnas
parecen haber sido destinadas exclusivamente para el empleo como funerarias,
porque, donde han aparecido, siempre han servido para el depósito de restos
humanos, sean de adultos o de párvulos, por el sistema del entierro secundario.
Con excepción de un sólo caso, urna figura 55 y puco 56 y 56bis del Cuadro
Sinóptico de Formas, no podemos asegurar el tipo de las tapas de estas urnas,
pero en éste había sido fabricada con la misma pasta de la urna, lo que muy
rara vez sucede en Santiago del Estero, donde el puco-tapa es generalmente de
distinta factura y decoración.
Lo expuesto hasta
ahora en la primera parte de este capítulo permite fijar el área
de
dispersión de este tipo de alfarería en la forma siguiente:
I.- Santiago
del Estero.
Todo el curso del
río Dulce, la parte media del río Salado y el Sudeste del Chaco Santiagueño;
II.-Salta.
Pampa Grande.
III.- Santa
Fé.
Margen derecha del
Paraná;
IV.- Entre
Rios.
Victoria;
V.- Extraterritoriales.
A.- República
Oriental del Uruguay
B.- Matto
Grosso (Brasil).
Es indudable que
la mayoría de las piezas de este tipo da alfarería que se conoce hasta ahora,
han aparecido en Santiago del Estero, seguramente por haber sido mejor
investigado. Con los yacimientos del Uruguay podría establecerse, quizás, un
nexo al través del Paraná, tanto siguiendo el curso del mismo como atravesando
el sud de la provincia de Entre Rios, y a base de la llamada alfarería gruesa.
El enlace de lo descubierto en Santiago con los hallazgos de pampa Grande,
tampoco ofrece mayores dificultades. Quedaría por ver como es posible que se
haya encontrado una urna de este tipo en un punto tan distante como Descalvados
en Matto grosso. Según la especificación
de Schuller, se
habían extendido parcialidades del grupo Guaycurú hacia el Norte sobre la
margen derecha del río Paraguay lo que parece posible en vista de este
documento arqueológico, como tampoco sería difícil que hayan llegado a la otra
orilla. Eso podría ser la explicación de este hallazgo.
Parece indiscutible
que los portadores de esta alfarería encontraron una densa población cuando
llegaron a Santiago del Estero. La excavación del túmulo 57 del yacimiento de
Vilmer Norte prueba en primer lugar dos detalles de importancia: que, cuando
llegaron los productores de este alfarería a Santiago, ya existían los túmulos
y que estaban habitados. Entre las urnas funerarias que aparecieron en el
túmulo 57, había tres que pertenecen a este tipo de alfarería; dos de ellas se
hallaron en la base de la periferia, a un nivel algo superior a las demás
depositadas en el mismo estrato, la tercera estaba colocada netamente en el
talud. La mayoría de las urnas funerarias de esta clase que hemos encontrado en
los diferentes túmulos del yacimiento de Vilmer Norte, estaban ubicadas en los
taludes. Agregando las experiencias recogidas en los yacimientos de Beltrán,Bajadita
y Quiroga llegamos a la conclusión que los productores de esta alfarería, de
ninguna manera, pueden haber sido los primeros habitantes de la tierra santiagueña.
La documentación
arqueológica que hemos presentado en este capítulo y que se refiere a un tipo
de alfarería, visiblemente extraño dentro del conjunto santiagueño, encuentra
afinidades entre los pobladores del Paraná extendiéndose éstas hasta
nos suministran
las fuentes históricas que, de manera bastante apreciable refuerzan nuestras
conclusiones respecto a la procedencia de esta alfarería.
Sebastian Caboto
fué el primer navegante quien, durante los años 1526-1528, había remontado el
río Paraná, Los pormenores de este viaje, fuera de las revelaciones que
surgieron en el proceso que se le instauró a su vuelta a España, agradecemos a
uno de sus acompañantes, de nombre Luis Ramírez, quien los sintetizó en una
carta fechada el 10 de Julio de 1528. Del texto de la misma, publicada por
Eduardo Madero en su "Historia del puerto de Buenos Aires", páginas
380-411, Buenos Aires, 1892, entresacamos las siguientes palabras: "....Estos
nos dieron mucha relación de la sierras y del rey blanco....y de otras
generaciones extrañas a nuestra natura.... Estos nos dixeron que de la otra
parte de la sierra confinaba la mar y según dezían crecía y menguaba mucho y
muy súpito y según la relación que dan el señor capitán general piensa ques la
mar del sur....". No se puede dudar que los indios que daban esta
relación, se referían a la cordillera y al "mar del Sud", el océano
pacífico. El citado autor llama "quirandis" a los indios que le han
proporcionado estas noticias.
Enrique de Gandía,
en su publicación "Problemas Indígenas Americanas", colección Buen
Aire, editores Emecé, Buenos Aires, 1944, hace un estudio comparativo, conciso
y claro, de los informes de los distintos viajeros y conquistadores que se
refieren a "lo que han visto", como también de los respectivos
cronistas que, en su mayoría, si bien en época inmediatamente posterior,
solamente habían recopilado lo expresado por aquellos. Todos enumeran los
nombres de las tribus indígenas que poblaban en el momento de la conquista las
margenes del estuario del río de
Felix E. Outes, en
su obra "Los Querandíes", considera este nombre "colectivo"
(Buenos Aires, 1897, página 23), dado a varios pueblos de la misma raza, y
Gandía (op. cit., páginas 16-17) dice: "Hay una gran semejanza de cultura
entre los Querandíes y los Charrúas. Unos y otros eran pescadores; usaban
flechas y boleadoras y conocían el empleo de la red. Estos hechos harían pensar
que los Charrúas eran de origen querandí, pampeano o araucano; pero sería
prematuro hacer afirmaciones definitivas, pues los Charrúas tenían una fuerte
influencia guaraní. No olvidemos que también eran canoeros, que llevaban
adornos en la nariz, que usaban "porras" y "macanas" y
saludaban - como los Tupi-Guaraní - a los extranjeros con lágrimas. No
practicaban la antropofagia e ignoraban otras costumbres de la cultura tupi-guaraní".
Las observaciones
de Gandía, en cuanto se refieren a la semejanza de la economía y el armamento
de los Charrúas y de los Querandíes, reflejan indiscutiblemente una realidad en
la que coinciden todos los autores. La diferencia entre ambos pueblos
consistiría en que los Charrúas eran además canoeros, que usaben
"porras" y "macanas" y saludaban a los extranjeros con
lágrimas; Gandía atribuye eso a influencias guaraní. Puede ser que sea así,
aunque el saludo con lágrimas existía en muchas partes de América, en lugares
muy distantes, entre los cuales jamás puede haber habido contacto de ninguna
clase. El adorno en la nariz que acostumbraban llevar los Charrúas, este autor
adjudica al mismo origen; pero tienen que haber sido necesariamente los
Tupi-Guaraní que han transmitido esta costumbre a los Charrúas? Hay otros
pueblos, al Oeste de ellos, que también usaban el adorno en la nariz,
como los
Chaná-Mbeguá .Y los Chaná-Timbuee, los que además habían evolucionado en su
economía por cuanto sembraban "abatí y calabazas y habas", como dice
Luis Ramírez. El nombre Chaná es harto sugestivo e induce fácilmente a
pensar en los Chanaes del Pilcomayo los que son, como es sabido, de
origen arauaco, quiere decir, de procedencia amazónica. No habrá que buscar la
influencia más bien por este lado, ya que los pueblos del Plata y del Paraná no
han practicado la antropofagia y otras costumbres, como dice Gandía, que son
particulares de los Tupi-Guaraní, y que no han sido aplicados poco para los
pueblos Chaná?
En la primera
parte de las palabras transcriptas, Gandía expresa: "Estos hechos harían
pensar que los Charrúas eran de origen querandí, pampeano o araucano".
Considerando la denominación "Querandíes" como nombre colectivo en el
sentido que le da Outes, estamos de acuerdo, pero no creemos que los Charrúas
sean un desprendimiento de los Querandíes, mas probable parece que tengan el
mismo origen étnico. También habla de una posible procedencia pampeana o
araucana. El primer término viene de la denominación "pampas" que los
españoles, mucho más tarde, aplicaron a los indios de las llanuras, en
contraposición a los indios de las sierras; la palabra "pampa"
pertenece al idioma quichua v significa pradera o "savanna" lo que
presupone el conocimiento de esta lengua. No es nada difícil que los pueblos
oue la conquista encontró en las orillas del Paraná y del río de
bajo la presión de
los pueblos del Oeste y del Suroeste que bajaban de las sierras,(de la
cordillera). Estos han pertenecido a otro grupo étnico al que los españoles
dieron el nombre colectivo de "araucanos" los que invadieron la parte
baja, inclusive la actual provincia de Buenos Aires, acosando a los pobladores
europeos con sus malones sangrientos, hasta que la campaña al Desierto, en el
año 1880, les obligó a retirarse
hacia el Sudoeste, la cordillera de los Andes, de donde habían procedido. No
nos parece posible pensar en la eventualidad de un origen araucano de los
Querandíes, respecto a los cuales coinciden todas las referencias históricas
que han sido enemigos mortales de los indios de la sierra. El término "arauca-
no", según
nuestro amigo, el señor Carlos Abregú Virreira, comunicación verbal,pertenece
al idioma aymara y significa "hombre de guerra" u "hombre
alzado", y los españoles lo han dado a los hombres que con tanto valor
combatieron a Valdivia y sus sucesores en la conquista ce Chile. Según la misma
fuente tiene igual significado el nombre "diaguita" o
"tiaguita" que consideramos sinónimo de "yuguita", lo que
es interesante para nuestro estudio.
De lo expuesto
resulta que no encontramos ninguna razón seria que se oponga al posible origen
común de la mayoría de los pueblos que habitaban la cuenca del Paraná y las
orillas del estuario del río de
Lo expresado por
Lozano establece que en
guiar por un
muchacho indio a otra provincia que "era de mucha comida y de muy buena
gente". (Diego Fernandez, Primera parte de
Serrano, en su
libro "Los Comechingones", página 41, deduce, según la información de
Pedro González de Prado, que se trata de la provincia de Ansenusa y de los
timbues cuyo cacique principal se llamaba Corunda. No tenemos a nuestro alcance
la información de Pedro González de Prado, pero nada se opone a lo manifestado
por él, según la cita de Serrano, porque coincide con lo dicho por Ramírez
(1528) que los Chaná-Timbues se encontraban en las proximidades de la fortaleza
de Caboto; los Querandíes rondaban la fortaleza de Corpus Christi y eran
nómades, lo que, por otra parta, atestiguan Sebastian Caboto (1528) y Pedro de
Mendoza (1536). Ambos Jefes nos transmiten de los Querandíes el conocimiento del
rey blanco y del camino a la sierra. Francisco de Mendoza, años más tarde,
llegó al Paraná a la altura de la fortaleza de Caboto, y su expedición llevó al
Perú el conocimiento de esta región.
De lo expuesto
resulta que podemos dar por comprobado que los Querandíes han conocido el
camino del Noroeste, a la cordillera; Lozano ubica parcialidades de ellos en
Es muy posible que
no hayan sido solamente los Querandíes que han penetrado en Santiago del
Estero, sino deben haberlo hecho también tribus que
moraban más al
Norte de los nombrados, y cuyas afinidades se encuentra, con mayor frecuencia
en el Salado y en el Chaco Santiagueño. Así se ha formado
una base ancha de
una cultura procedente del Paraná, de la cual salen puntas
de lanza hacia el Oeste.
Para la denominación colectiva de estos pueblos nos
inclinamos a adoptar el nombre, dado por Schuller, "Guaycurúes del
Sud".