Abstract
Desde los comienzos de las matemáticas, sistemas sencillos como los dedos de las manos, palitos y luego el ábaco se vienen utilizando para representar entidades matemáticas y operaciones entre ellas. Y tan pronto como se hizo visible la relación entre operaciones de la aritmética elemental y secuencias de procedimientos implementables físicamente, los diseños pioneros de Pascal y Leibniz los trasladaron a dispositivos mecánicos que por primera vez nos relevaron de tareas tediosas como la de multiplicar dos enteros grandes.