Abstract
En 1628 William Harvey, en ese momento médico de Carlos I, publicó su Estudio anatómico
sobre el movimiento de la circulación y la sangre en los animales. Con un vocabulario
aséptico y prácticamente libre de especulaciones filosóficas, introdujo uno de los más
renombrados descubrimientos científicos de su época, la circulación sanguínea En las décadas
siguientes fue ineludible referirse a él en cualquier tratado científico sobre el ser humano. En
este trabajo se analizan tres recepciones filosóficas de este descubrimiento, las de Rene
Descartes, Thomas Hobbes y Julien de la Mettrie, avanzando una hipótesis sobre la naturaleza
del uso que los filósofos hacían de las ideas científicas en los albores de la revolución
científica.