El COVID-19 y un nuevo protagonismo estatal
Abstract
El annus horribilis 2020 deja un mundo arrasado por la pandemia del Covid-19 y, expuestas de modo descarnado, todas las fragilidades, miserias y profundas desigualdades acumuladas por un sistema socioeconómico que deteriora la naturaleza, corroe la salud y desprotege a los sectores más vulnerables de la población de todo el planeta, cuya pobreza se profundiza sin cesar. Aunque desde hace muchos años era previsible un cataclismo semejante como consecuencia del cambio
climático y el calentamiento global, la catástrofe irrumpió a través de un virus que se expandió por el mundo a la velocidad de los aviones. Este peligro, sin embargo, ya había sido advertido por los científicos, porque durante los últimos cuarenta años se produjeron diversas enfermedades ocasionadas por la transmisión vírica de especies animales salvajes al ser humano, tales como el Sida, el Ebola, el SARS, el MERS y la gripe aviar. Todos estos males no son producto del azar, sino que deben su
expansión a las condiciones de producción impuestas por el capitalismo. La industrialización de las actividades agropecuarias a gran escala de las últimas décadas viene implicando la deforestación masiva –sobre todo en el sur global-, con su impacto negativo sobre el hábitat de las especies salvajes. Desplazadas de su medio natural, son empujadas a aproximarse a los asentamientos humanos para sobrevivir, irradiando bacterias a animales domésticos y personas, lo que provoca la expansión de las nuevas enfermedades derivadas del quiebre de la biodiversidad. A su vez, la densificación de las urbanizaciones
y el aumento de las aglomeraciones insalubres, sumadas a la conectividad crecientemente veloz de la población mundial –posible por el desarrollo de la aviación comercial-, favorecen el debilitamiento de la respuesta inmunitaria de las poblaciones y la multiplicación de los contagios de enfermedades desconocidas. Con claroscuros y matices diferenciados, América Latina sigue siendo un espacio abigarrado de experiencias y posibilidades en disputa, en el que no parece haber lugar para la rendición. Lo que vendrá tras esta crisis sanitaria, económica y social será el resultado, seguramente, de las contradicciones que se despliegan cada día, en cada lucha, en cada rebeldía, en cada decisión de resistir, en cada voluntad de avanzar y no dejarse vencer en un mundo en el que el destino anticapitalista parece, cada vez más, el único posible y necesario de
construir.