Resumen
La polémica en relación con el sesgo androcentrista que manifiesta la lengua española en su
estructura, trasladó su foco de atención del ámbito político al académico, involucrando a la
Real Academia Española (R.A.E) cuyo principal objetivo es, desde la renovación de sus
estatutos en 1993: “velar por que la lengua española, en su continua adaptación a las
necesidades de los hablantes, no quiebre su esencial unidad”.
Sin embargo, esta institución esgrime dos razones para argumentar que una modificación en
relación al sexismo en la lengua sería en vano: por un lado retoma el principio de la economía
del lenguaje y, por el otro, el de la neutralización semántica. Lejos de aclarar la situación,
esta neutralización ha colocado históricamente al hombre como referente del ser humano y
ha generado una larga lista de asimetrías en una lengua que debiera mutar paralelamente a
las nuevas configuraciones sociales.